Günther Haensch – Universidad de Augsburgo, Alemania
Para entender el español hablado en Latinoamérica no sólo hay que tener en cuenta las diferencias lingüísticas de los distintos países y de las regiones. Además, hay diferencias que tienen que ver con el nivel sociocultural de los hablantes, diferencias diastráticas (variedades lingüísticas que se distinguen por el nivel sociocultural de los hablantes y se concretan en los dialectos sociales),o con el tipo de población, zonas rurales y urbanas, hablantes monolingües o bilingües. El factor cultural, y en especial la escolarización, es un elemento nivelador que influye en la homogenización de las lenguas.
Sin embargo, hay muchos rasgos lingüísticos diferentes entre estas variedades de español que afectan varios sectores de la lingüística.
FONETICA
En cuanto a las diferencias en la pronunciación (y entonación) entre el español americano y el peninsular, hay que distinguir muy claramente su extensión geográfica (toda América, algunos países o un área reducida) y su status social (estándar, coloquial, vulgar o rural).
Diferencias de la pronunciación americana frente a la peninsular que se dan en toda o casi toda América
Pronunciación predorsal de la s (como en el español meridional, francés y alemán) en vez de la s apical fuertemente sibilante de Castilla de Vieja. Existen, sin embargo, algunas zonas que tienen una s similar a la castellana, p. ej., los departamentos de Antioquia, Caldas y Santander de Colombia.
Seseo. Es decir, pronunciación de c ante e, ei, y dez como s en palabras como cero, cifra, zoo ([sero], [sífra], [so]). Este fenómeno es general en América.
Diferencias que se dan en una serie de países
El yeísmo. En extensas zonas existe, como ya se ha señalado, yeísmo, es decir, pronunciación de ll como y, lo mismo que en español meridional. El lleísmo se ha conservado en ciertas zonas andinas (altiplano de Colombia, Nariño, Perú), pero, como ocurre también en España, el yeísmo va ganando terreno. En Bogotá́, p. ej., las generaciones jóvenes se han pasado ya al yeísmo. Una extensión geográfica mucho más limitada tienen el jeísmo (j como en francés jour) y el sheísmo (vide supra), que se dan en el español rioplatense, especialmente en Buenos Aires y Montevideo.
La aspiración de la s. La aspiración de -s en final de sílaba y de palabra, como en el español meridional, está muy extendida en el área rioplatense, en Chile y el área del Caribe; p. ej.: ¿Ehtán uhtedeh lihtoh? (¿Están ustedes listos?).
La r asibilada. En Chile, el noroccidente de Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, el altiplano de Bogotá y Centroamérica se pronuncia una r asibilada que recuerda la pronunciación inglesa: tres, tren.
Fenómenos fonéticos del nivel inculto
A un tercer grupo pertenecen los muchos casos de pronunciación coloquial, popular y vulgar, que se dan también en el español vulgar peninsular y que son considerados como contrarios a la norma, o por lo menos más propios de la lengua hablada informal a ambos lados del Atlántico, p. ej. la pronunciación de los grupos bue-, hue- y vue- como güe: güeno (bueno), güevo (huevo), güelto (vuelto).
Otro fenómeno característico del nivel inculto es el paso de la f y de la h (muda en la norma peninsular) a j (como en Juan): se jue (se fue), jondo (hondo). Esta pronunciación se ha lexicalizado en algunas palabras como jarto, jartera («hastío», Colombia) y el verbo, tan frecuente, jalar (halar; tirar hacia sí) en Colombia, Venezuela y el área de Caribe.
La supresión del hiato en los grupos -ea y -eo, que se reducen a los diptongos -ia e -io respectivamente es frecuente, hasta en el lenguaje culto informal de muchos países, p. ej., en Colombia: peliar (pelear), acordión, pior.
Nos limitamos a esta enumeración de los fenómenos más frecuentes, pero hay unos cuantos más que por falta de espacio no podemos tratar aquí.
ESTILISTICAS Y GRAMATICA
Hay un uso diferente de algunos signos de puntuación. Por ejemplo, las comillas. En España se usa la comilla latina o española « », mientras que en Latinoamérica se usa la comilla inglesa ” ” o simple ‘ ‘.
Además, hay en Latinoamérica el uso del voseo, inexistente en España. El voseo es un fenómeno lingüístico que consiste en el uso del pronombre “vos” y ciertas conjugaciones verbales particulares para dirigirse al interlocutor, en vez de utilizar el pronombre “tú”.
También es diferente el sistema pronominal para la segunda persona del plural. En España se diferencia entre “vosotros” (confianza) y “ustedes” (respeto) y sus respectivas formas verbales y pronominales. En Hispanoamérica sólo se usa ustedes, sin diferenciar entre la confianza y el respeto en el plural. En el andaluz occidental y especialmente en Canarias, también se ha perdido el “vosotros” y solo se usa “ustedes”.
Otro fenómeno, llamado dequeísmo, es la anteposición de la preposición “de” ante “que” completivo (por ejemplo: opino de que Juan ya no vendrá). Esta utilización está bastante extendida en Colombia, Venezuela, Chile, Perú, Uruguay o Ecuador, incluso entre los estratos de población con nivel de instrucción alto. Al contrario de lo que ocurre en España, no es un uso estigmatizado y tampoco parece un fenómeno en regresión.
LEXICO Y SEMANTICA
En Latinoamérica y dependiendo de la región es más frecuente el uso de neologismos del inglés en su ortografía de origen, sin adaptarlo al español. Por ejemplo, hay “whisky” en vez de “güisqui”, “e-mail” en vez de “correo electrónico”. Se tiende a conservar las abreviaturas o acrónimos de origen extranjero en Latinoamérica, no efectuando su equivalencia en español.
Para demostrar las diferencias en la designación de realidades universales en España y en Colombia, reproducimos un párrafo de un artículo sobre el español de Colombia:
“ El colombiano, después de levantarse, se baña (‘se ducha’), se lava las manos, el pelo, los dientes, se da una afeitada, se pone una franela (‘camiseta’), unas medias (‘calcetines’), una camisa quizás con mancornas (‘gemelos’) y un vestido (‘traje de caballero’). Luego se desayuna (‘desayuna’) con tinto (‘café solo’) o perico (‘café cortado’) y quizás también con huevos pericos con tocineta (‘huevos revueltos con bacon’). Si sabe manejar (‘conducir’), saca su carro (‘coche’) del garaje”.
En el vocabulario del automóvil encontramos muchas diferencias del uso peninsular, y éste pertenece al nivel estándar. El volante del español peninsular es el timón; el embrague el cloch; el punto muerto el neutro; el neumático la llanta; la cámara: el neumático; la llanta del peninsular es el rin. El reverso del español colombiano es en España la marcha atrás. Cuando el coche tiene una avería, se dice que el carro se varó o está varado. La gasolinera es en Colombia la bomba; el equilibrado de ruedas: el balanceo. Recauchutar una cubierta es en Colombia reencauchar una llanta. El intermitente de dirección es la direccional. Un embotellamiento de tráfico es un trancón. Para parquear el carro se busca un parqueadero. Al maletero o porta- equipajes de Madrid corresponde en Colombia el baúl, al parachoques el bómper. Nuestro colombiano toma entre el desayuno y el almuerzo sus medias nueves, a veces en una lonchería. La comida del mediodía se llama siempre el almuerzo, el verbo correspondiente es almorzar. La merienda que se toma a media tarde son las onces, la cena de Madrid corresponde a la comida de Bogotá y cenar a comer. Para acompañar los tragos se sirven pasabocas (‘tapas’). Es muy usual tomarse un aguardiente (‘licor de anís’) y después de las comidas, como digestivo, un agua aromática (‘infusión de hierbas’).
En Colombia se come pescado, y en los ríos también hay pescados (‘peces’). La ropa se guarda en un clóset (‘armario empotrado’), para colgarla se usan ganchos (‘perchas’ o ‘colgadores’). La señora, cuando sale de su casa, lleva cartera (‘bolso de señora’) con un estilógrafo, un esfero (‘bolígrafo’), y otros utensilios. Se podría alargar esta lista de ejemplos indefinidamente.
A nivel familiar y popular encontraríamos aún más diferencias en el léxico: por ejemplo, un ‘tipo o un individuo’ es un pisco; una ‘borrachera’, una juma; un ‘asunto problemático o desagradable’ es una vaina, lo que es ‘estupendo’ o ‘extraordinario’ es chévere.Como verá el lector, nos movemos aquí –a pesar de la universalidad de los conceptos propios de la vida diaria– en un mundo lingüístico bastante distinto.